martes, 5 de mayo de 2015

Sí, tal vez se pueda, pero no se debe, al menos no así, ni ahora, ni con esos fines.

La noticia de que unos científicos chinos están avanzando hacia la alteración genética de embriones humanos ha alarmado, como no puede ser para menos, a numerosos científicos de todo el mundo. Al parecer la primera modificación de embriones humanos ha sido ya realizada.

 
"¿Rompió China el tabú de la modificación genética de embriones humanos?" se pregunta alarmada  la BBC:
 
 
Lo cierto es que este tipo de experiementos abre la puerta a la alteración genética de los seres humanos y, por lo tanto, a un mundo nuevo de posibilidades ante las que la ética, la política y el derecho no pueden ser ajenos: un futuro, por ejemplo, de eugenesia y de niños a la carta que parece difícilmente compatible con los más básicos principios éticos en los que nuestra cultura se basa.
 
Pero el saber científico sobre estas materias puede resultar por otra parte útil para el bienestar humano futuro. Lo que debe estar controlado y en su caso prohibido es su aplicación al menos de momento, cuando el consenso científico parece indicar que los riesgos son mayores que los potenciales beneficios y, en todo caso y de forma absoluta, con fines directa o indirectamente eugenésicos.. 
 
Los más agoreros nos dirán que si es posible se hará, que no se pueden poner puertas al campo, que mientras haya un científico con ganas de explorar lo prohibido y alguien con ganas de pagarlo el asunto seguirá avanzando... Pero yo no estoy tan seguro de que ese principio de que siempre lo que resulta posible en ciencia se terminará haciendo, resulte siempre cierto. La tecnología ha permitido durante este siglo pasado y el presente muchas formas de muerte y sufrimiento que no han sido exprimentadas o que lo han sido de forma muy controlada. Formas de desarrollo científico que han sido vetadas por principios éticos.
 
Las armas biológicas y químicas son un ejemplo. Se me dirá que esas armas existen y han sido empleadas. Sí, lo han sido, pero de forma excepcional, la norma ha sido su no uso, incluso en guerras tan extremas y salvajes como la II Guerra Mundial cuando, por poner dos casos, Alemania y Japón disponían de sobrados recursos científicos, tecnológicos y logísticos para hacerlo. La comunidad internacional ha acordado y legislado en contra de su desarrollo con cierto éxito desde su uso ahora hace justo 100 años en la Primera Guerra Mundial, desde entonces su uso ha sido menor de lo que podría haber sido. 
 
Los límites internacionales a la experimentación  científica y su aplicación tecnológica cuando éstas afectan a nuestros principios es posible y deseable, aunque muy difícil desde muchos puntos de vista.
 
De esta opinión son dos eminentes científicos, David Baltimore y Paul Berg, Premios Nobel ambos, que han pedido en artículo conjunto publicado en el Wall Street Journal que las "alteraciones del genoma deberían ser prohibidas, al menos en el presente estado del conocimiento".
  
Un hombre tan multifacéticamente sabio como Federico Mayor Zaragoza, nos habla, con mayor conocimiento que el mío como ex Director General de la UNESCO y como Catedrático de bioquímica, desde su blog de este asunto. Te recomiendo su lectura.
 
http://federicomayor.blogspot.com.es/2015/05/lineas-rojas-en-la-investigacion_4.html
 
El artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el artículo 15 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (del que, por cierto, China es parte) nos hablan de la "la indispensable libertad para la investigación científica y para la actividad creadora" pero sobre la base de que la ciencia se pone al servicio de la dignidad de las personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario