sábado, 12 de marzo de 2016

De bosques, dinero y anuros

Hoy publico en DEIA y Noticias de Gipuzkoa un artículo sobre el programa noruego de ayuda por bosques.

Tratándose de bosques y de biodiversidad os amenizo la lectura con unas fantásticas fotos de diversas especies de ranas (o batracios anuros, como sabe cualquier crucigramista dominical) de Costa Rica. Las fotos son de mi buena amiga Laura de Santiago, a la que agradezco su permiso para subirlas aquí.

©LauradeSantiago



http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2016/03/12/mundo/dinero-noruego-por-bosques-brasilenos


 
DINERO NORUEGO POR BOSQUES BRASILEÑOS

La deforestación es uno de los grandes problemas de nuestro planeta. Afecta a la pérdida de biodiversidad, al cambio climático y a la desertificación. Pero al mismo tiempo la deforestación puede ser entendida en ocasiones como un mal necesario en el camino del crecimiento económico de algunos países pobres.



©LauradeSantiago
Por eso desde hace al menos un par de décadas se habla del intercambio de ayuda internacional por conservación de bosques, como fórmula de corresponsabilidad global en un bien común. Si el mundo quiere bosques, se diría, si determinados países del sur deben conservarlos y protegerlos para el bien de la humanidad, entonces el resto de la comunidad internacional, especialmente los países ricos, deberían pagar parte de la factura y contribuir así al desarrollo de esos países a los que se limita el uso de sus recursos naturales.

La idea es buena. Pero como toda solución a problemas complejos tiene aristas y meandros. ¿Cómo garantizar la continuidad de estos recursos aportados por la comunidad internacional y gestionarlos de forma sostenible en el tiempo?, ¿cómo facilitar con estos recursos el verdadero desarrollo humano de la zona y no el simple aumento del presupuesto público sin repercusión en muchas ocasiones en el bienestar de la población local a largo plazo?
 
©LauradeSantiago
 

Noruega es uno de los países líderes en este tipo de proyectos para los que se comprometió, en la Cumbre del Clima de Bali de 2007, a aportar 500 millones de dólares al año.

Noruega ha pagado desde entonces a Brasil cerca de 1.000 millones de dólares para que mantenga sus bosques. Y en este tiempo el resultado ha sido una apreciable reducción de la deforestación en el país. Este buen resultado no se debe única ni principalmente a la iniciativa noruega (sino a las leyes y políticas internas) pero ha ayudado aportando recursos que lo han hecho posible. Esta reducción de la deforestación nos puede parecer insuficiente (incluso debemos reconocer ciertos pasos atrás en los últimos dos años) pero los informes indican el dato cierto de que en el último decenio la deforestación en Brasil se ha reducido en un 80%, mientras que de no haber habido políticas gubernamentales y apoyo internacional habría crecido en torno a un 20%. Tal vez resulte aún insuficiente, pero no todo lo hacemos mal.

Noruega llegó en el 2010 a un acuerdo similar, también por 1.000 millones de dólares, con Indonesia, donde el problema de la deforestación es aún peor. Pero la implementación de esta ayuda se encuentra con serios problemas: hasta la fecha sólo se han abonado 60 de los 1.000 millones. La corrupción es el primero de los obstáculos. Los propios agentes indonesios han tenido que reconocerlo: “sabemos que no es culpa de Noruega, sabemos que la corrupción es nuestro principal problema”.

Noruega está extendiendo el sistema a otros países como Liberia, Guayana o Perú. No, estos acuerdos no son ninguna panacea, no son la solución a los problemas de desarrollo de estos territorios, no son la solución al cambio climático. No, no son perfectos y seguramente tienen contraindicaciones. Pero aún así son un instrumento útil, en conjunción con otros, si se aplican en un contexto de buen gobierno, de instituciones responsables y en un marco de desarrollo humano endógeno, no dependiente, basado en la educación, la salud y en fomentar las capacidades y las oportunidades de la gente.

No, no son ninguna panacea, pero asumiendo sus límites y sus problemas tenemos mucho que aprender de los muchos aciertos y éxitos de este tipo de políticas.


©LauradeSantiago

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