sábado, 11 de junio de 2016

Las Lenguas de Francia

Hoy publico en DEIA un artículo titulado LAS LENGUAS DE FRANCIA.

Los seguidores de este blog descubrirán que parte del contenido más serio de este artículo está basado en el debate en el seno del Cómité DESC de esta semana que comenté en mis entradas Francia, Derechos Culturales y Lenguas I y Francia, Derechos Culturales y Lenguas II. Con el fin de convertirlo en un artículo más amable para un sábado, el tono ha cambiado y pretende ser más ameno y menos técnico. Espero que os guste.

NOTA: Como siempre, abajo tienes el texto íntegro del artículo por si te resulta más cómodo leerlo así que en la imagen.
 
 
Las lenguas de Francia
 
En una conocida película de Hollywood la dama de compañía de Isabel de Francia le dice a su reina, medio navarra que era, tras una noche de pasión con un confidente extranjero, que sólo los franceses saben utilizar bien su lengua. El gesto pícaro y travieso de la dama y la reacción falsamente escandalizada de la reina hace entender el doble sentido de la frase. Algunos en Francia siguen pensando lo mismo, si bien de forma más aburrida y recatadamente literal.
Y es que la forma en que Francia trata la cuestión de la diversidad lingüística en su país sorprende. Allí parecen en muchas ocasiones no tener sensibilidad con respecto a la promoción e incluso la supervivencia de lenguas como el occitano, el corso, el bretón, el catalán o el euskera.

¿Cómo entender esta falta de interés en un país que puede presumir, con razón, de una enorme potencia cultural en muchos otros ámbitos?

En los últimos años hemos visto cómo se daban algunos pequeños pasos en la buena dirección. Pero cada uno de ellos, como en el famoso baile, ha sido seguido de otro pasito para atrás.

En 2008, por ejemplo, se incluyó en la constitución francesa un artículo que reconoce que "las lenguas regionales forman parte del patrimonio de Francia". Parecía un avance, sin embargo el Consejo Constitucional ha interpretado que "este artículo no constituye ningún derecho o libertad". ¿Qué efectos tiene entonces?

Hace sólo unas semanas el ECRI (Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia) ha concluido que en relación a las normas contra la discriminación en Francia "sigue habiendo una laguna persistente en relación a la lengua".

Francia se ha negado desde el principio a ratificar la Carta Europea de Lenguas Regionales o Minoritarias. El año pasado el Presidente Hollande escribió al viceconsejero Patxi Baztarrika, como presidente de la Red Europea para la Promoción de la Diversidad Lingüística, comprometiéndose a apoyar su ratificación. Poco después el gobierno presentó un proyecto de ley de modificación constitucional para hacerlo posible, pero ya ha sido rechazado por el Senado por 179 votos frente a 155. La posición del país sigue paralizada por una visión republicana muy restrictiva: la negativa a reconocer el derecho de muchos franceses a emplear su lengua materna en el ámbito público. La lectura de las actas del debate en el Senado muestra la profundidad del desaguisado.
La mayoría de los senadores apoya la idea trasnochada y peregrina de que reconocer los derechos lingüísticos en el ámbito público a ciertos grupos hace peligrar los principios de igualdad, unidad e indivisibilidad de la República. La confusión es importante, aunque alguna senadora reclame aquello tan viejo de que “ce qui n'est pas clair n'est pas français”. A fuerza de querer hacer de la lengua elemento clave de los valores republicanos, se convierte en medio de imposición, discriminación y negación de derechos para otros franceses.
Francia debe avanzar hacia una lectura más actual y realista de sus valores republicanos para hacerlos compatibles con otros valores universales: los de los derechos humanos, especialmente los derechos de los grupos culturales y lingüísticos preexistentes a la propia república.

Un diputado socialista al hablar de esta cuestión tuvo que recordar a sus señorías en plena Asamblea Nacional que Robespierre había muerto ya hacía algún tiempo. Estaban en París, deberían haberse enterado. Desde que rodó aquella cabeza ha llovido bastante y nos ha dado tiempo a los demás a aprender mucho unos de otros. A esos 179 guardianes de las monolingües esencias jacobinas también les toca aprender a respetar. Aunque les suene a chino, o peor aún, a occitano, corso, bretón, catalán o euskera.

1 comentario:

  1. Yo me crié en Francia en el Bearn, cerca del país vasco francés, aunque nací en Cantabria. Uno de mis profesores de lengua francesa (buen profesor) lo era también de bearnés (una lengua del grupo occitano) y era un defensor de las lenguas minoritarias en Francia. El centralismo cultural francés viene de más allá de la revolución francesa. Hay que remontar hasta Louis XIV y la prohibición de utilizar el catalán, en el Roussillon francés; recién robado a España (y a los catalanes) como lengua de intercambio comercial o como lengua usada para la judicatura o para expresar las leyes que sólo habían de ser expresadas en lengua francesa; Robespierre no tiene ni mucho menos, él sólo la culpa. Ni esa guerra civil cruenta que mal llamamos revolución francesa de 1789.
    Todo empezó en 1640, aquí :
    https://es.wikipedia.org/wiki/Sublevaci%C3%B3n_de_Catalu%C3%B1a_(1640)
    ;sigue con el pacto de Ceret :
    https://es.wikipedia.org/wiki/Pacto_de_Ceret
    ;el rosellón pasa se ser español o catalán a ser francés :
    https://es.wikipedia.org/wiki/Condado_de_Rosell%C3%B3n
    La sublevación catalana, orquestada por Francia y diseñada por el cardenal Richelieu para debilitar a España (no fueron los catalanes los que idearon la operación, pero se dejaron engañar por ella) tuvo como resultado la pérdida de Portugal, bajo dominio español por aquél entonces; al no poder hacer frente España a dos revueltas simultáneas, la catalana y la portuguesa; en el contexto, además, de la guerra Europea de treinta años .
    (De Wikipedia :) "En el tratado de los Pirineos se incluyó un indulto general y la restitución de bienes a todos los perseguidos durante los años de la sublevación catalana (1640-1659). En cuando al Rosellón el compromiso incluía mantener la vigencia de los Usatges de Barcelona y sus instituciones al norte de los Pirineos, con sede en Perpiñán, pero esta parte no fue respetada por el rey francés Luis XIV. Un año después (1660) los Usatges fueron derogados, lo que conllevó la abolición de las instituciones propias en Cataluña septentrional, así como la prohibición del uso del catalán en el ámbito público y oficial so pena de invalidar lo escrito o dicho."

    Volvemos a nuestra época. Hemos de reconocer que España se comporta de una manera *mucho más democrática* que Francia en relación a las lenguas minoritarias y en relación a la concesión de autonomías amplias que Francia, o Italia o el Reino Unido no conceden a sus regiones.El resultado de ello no es otro que el intento catalán (lo de los catalanes es cíclico y patológico; no lo pueden remediar) de romper España en mil pedazos. Si ellos se van, les seguirían el país vasco, galicia poco después y finalmente quizás incluso andalucía. Después seguiría el estallido de Francia, del Reino Unido, de Italia, de Europa entera; porque ni el país vasco ni cataluña tienen la exclusividad identitaria en Europa.

    Luego es fácil ver, que mientras persistan las locuras independentistas y/o socialistas catalanas y vascas (*la independencia y el socialismo a la vez* de ETA y de sus amigos de HB, de Bildu; de Sortu, de la CUP ...), los franceses tienen mucha razón de *curarse en salud* en cuanto al uso de las lenguas minoritarias. Nosotros les dimos la mano y nos la han destrozado; intentan ahora arrancarnos el brazo entero; desmembrarnos; rompernos totalmente. Hasta ahora yo siempre he apoyado a las lenguas minoritarias en España; si los locos de remate de Bildu/Sortu e incluso algunos sectores locos del PNV y los catalanes desvariados, sin "seny", siguen así; no habrá más remedio que iniciar un camino de retroceso autonómico al estilo francés. La *avaricia desmedida* y *loca* terminará rompiendo el saco.



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