sábado, 15 de octubre de 2016

Un tropezón de premio Nobel

Hoy escribo un artículo en los medios del Grupo noticias (DEIA y Noticias de Gipuzkoa) titulado "Un tropezón de premio Nobel".

Y no, no me refiero al nobel de literatura a Bob Dylan o el de la Paz a Santos. Yo creo que el gran tropezón, el grave error de esta edición de los premios Nobel está en otro asunto: ¿a qué me refiero?

Puedes leerlo haciendo click en la foto o, si te resulta más cómodo, directamente aquí abajo, donde copio el artículo con letra de cómoda lectura.


UN TROPEZÓN DE PREMIO NOBEL 
Con el Nobel de Literatura para Bob Dylan, tenemos ya el listado completo de los galardonados este año en las seis categorías del Premio. 
Se ha otorgado el Nobel de Física a tres físicos; el de Química a tres químicos; el de Medicina a un biólogo; el de Economía a dos economistas; el de la Paz a un político y el de Literatura a un cantante. 
El Premio Nobel de la Paz ha sido muy discutido por otorgarse a un proceso que aún no ha dado todos los frutos esperados, a un proceso truncado esperemos que sólo temporalmente. Pero me parece bien que el Comité Noruego del Nobel se haya arriesgado con cierta valentía para apoyar la paz en Colombia. Entiendo que es un premio controvertido y discutible, pero, a pesar de que Santos no lo sea de mi devoción por su historial más que dudoso, el premio reconoce y respalda un esfuerzo que lo merece. No me parece mal. 
El Nobel de Literatura está siendo también muy discutido. Dylan es un cantante que me encanta, importantísimo en mi formación musical y cultural (como lo ha sido en la de millones de personas de varias generaciones). Lo he disfrutado mucho. Le admiro desde hace 30 años y tengo en casa gran parte de su producción artística que suelo escuchar -que no leer- con relativa frecuencia. Pero aún teniéndole una simpatía que en épocas fue devoción, no estoy seguro de que su producción propiamente literaria tenga la dimensión requerida. 
Un aspecto poco comentado es que más de la mitad (6 de 11) de los premiados son norteamericanos. Resulta tentador denunciar una falta de equilibrio y sensibilidad. Pero resulta que ni uno solo de los 6 galardonados que cuentan este año como norteamericanos nació en los USA, sino que fueron atraídos en distintos momentos de sus carreras profesionales por la potencia de sus universidades y centros de investigación, y por su irresistible atractivo cultural. Los 6 han ido adquiriendo diversos estatus de nacionalidad, ciudadanía o residencia permanente. Como ha dicho uno de los premiados, “los Estados Unidos son lo que son hoy en gran parte gracias a sus fronteras abiertas”. Un buen comentario en tiempos de amenaza Trump. 
Dejamos para el final la que yo creo que debería ser la polémica principal de esta edición y que, sin embargo, está de momento un tanto silenciada: tenemos 11 premiados hombres y ninguna mujer. ¿Representa fielmente este premio la excelencia científica y creativa de nuestro mundo de hoy? No dudo de los méritos de cada premiado por separado (carezco de conocimientos para juzgarlo: simplemente me fío del tribunal) pero en conjunto la lista de premiados tiene un problema mucho más grave que el proceso de paz inconcluso o la calidad poética del cantante. 
El principal problema de esta edición no es ni Santos ni Dylan, es que estos premios no reflejan con justicia la diversidad de la excelencia científica de nuestro mundo y al no hacerlo participan activamente en la invisibilidad de la mujer en la ciencia y en la investigación. 
Tenemos ya para los próximos meses una imagen global potentísima de las 11 eminencias varones. De esa forma se perpetuarán estereotipos sobre el género y la ciencia que la Academia sueca debería ayudar a ir superando. 
Los asiduos a esta sección saben bien que me gusta ver la evolución de nuestra sociedad con optimismo. Es cierto que los Premios Nobel van incrementando -poco a poco, década a década- el reconocimiento de la labor de las mujeres en la sociedad en general y en la ciencia en particular. O lo que es casi lo mismo, pero mucho más positivo: los premios dejan traslucir un mundo en que cada vez la mujer tiene más presencia en la ciencia, en la política y en la vida cultural pública. Pero lo cierto es que este año en Estocolmo han dado un enorme, torpe y machista tropezón en ese camino.
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NOTA: Para más información sobre los premiados de este año, me remito a la página wed de los Premios Nobel


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